El Consell Metropolità de la EMT aprobó el 28 de mayo de 1992 los Estatutos del Institut Metropolità del Taxi (IMT). De esta manera se dotaba al Servei del Taxi de la EMT de personalidad jurídica propia mediante la constitución de un organismo autónomo, pero al mismo tiempo dependiente de la Entitat Metropolitana del Transport. Con la creación del IMT se agilizarían las tareas de la administración y gestión del Taxi de Barcelona y área metropolitana.
En 1992, año de los JJOO, circulaba por Barcelona una de las flotas de taxis más modernas de su historia. Un considerable número de profesionales hizo un gran esfuerzo personal para renovar su vehículo.
La crisis económica, que tuvo su mayor repercusión en el curso 1993-1994, afectó a todos los sectores económicos del país y, sin duda, a la industria del taxi. En esta coyuntura, los taxistas reclamaron la reestructuración del sector mediante la reducción de licencia y bajo el lema "un taxi, un conductor".
El Presidente del IMT, Joan Torres, extendía en enero de 1995 una invitación al sector con el fin de que un grupo de expertos, con el soporte de la administración y las asociaciones profesionales representativas, realizaran un estudio sobre la situación del Taxi de Barcelona para poder ofrecer una respuesta clara a los intereses contradictorios que hasta aquel momento se habían puesto de manifiesto respecto a la reestructuración.
Después de tres meses de trabajo, el estudio se presentó con una conclusión: el sector del Taxi de Barcelona tenía un déficit de explotación cifrado en un 12,74%. Para solucionar este problema se aconsejaba la aplicación de un conjunto de medidas, entre las cuales estaba la reducción de 1.215 licencias en el periodo de 5 años.
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